jueves, 18 de noviembre de 2010

ARTÍCULO EXPUESTO POR PEDRO M CAMPOS "CÁPSULA FENIX PARA EL RESCATE DE LOS MINEROS DE CHILE"

Las capsulas Fénix son contenedores metálicos utilizados para el rescate de los 33 mineros atrapados en el derrumbe de la mina San José.[2] Construidas por Astilleros y Maestranzas de la Armada chilena (ASMAR), quienes las bautizaron con el nombre de Fénix.

Esquema de la cápsula Fenix y del equipamiento de los mineros utilizado en el rescate

Tienen un diámetro de 51 cm y ocho ruedas ubicadas en la parte superior e inferior, con un sistema de amortiguación para la movilidad dentro del ducto. Las cápsulas fueron equipadas con un arnés para sujetar a los mineros y rescatistas, un tubo con oxígeno y un micrófono y altavoces para mantener la comunicación con el exterior durante el rescate.

Oficialmente se construyeron 3 prototipos de la cápsula, para posibilitar el relevo de los dispositivos en caso de fallos o deterioros durante el rescate. La Fénix 1, la cápsula de mayor diámetro, fue utilizada en las pruebas de reconocimiento y evaluación del rimeo y encamisado del ducto, donde fue izada con un cable incorporado en el mismo sistema de perforación T-130, descendiendo a 610 m de profundidad.[3] Posteriormente se reemplazó este sistema de izaje con uno de origen suizo, especializado en el transporte de seres vivos, al que se conectó la capsula Fénix 2, de menor diámetro, con la que se concretó finalmente el rescate sin necesidad de ser relevada. Posteriormente, el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Edmundo González Robles, afirmó que ASMAR habría construido un cuarto dispositivo como precaución, el cual no fué trasnportado a la zona de rescate y que se encontraría en poder de ASMAR. Así mismo, el almirante afirmó que la Armada de Chile patentará la clase Fenix de cápsulas de rescate para evitar su proliferación ilegal.[4]

Posterior al rescate, la Fenix 2 fue objeto de polémica debido a las pretensiones del Gobierno de Chile, ASMAR y la Municipalidad de Copiapó por la posesión final de la cápsula.[5] Finálmente, el gobierno anunció una gira de esta cápsula a lo largo del país,[6] comenzando su exhibición en la Plaza de la Constitución.[7] Por su parte, la cápsula Fenix 1 fue parte del pabellón chileno en la Expo Shangai 2010.[8

ARTÍCULO EXPUESTO POR JUAN ANGEL TOBALO IZAGUIRRE: "FUTBOLÍSTA ROBÓTICO"


egún una reciente investigación, puede que pronto los mejores jugadores de fútbol del mundo deban enfrentarse a un nuevo e inesperado desafío, personificado en jugadores robóticos que, según afirman sus creadores, podrán jugar lo bastante bien como para derrotar a un equipo humano.
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Esta investigación ilustra también cómo el diseño de robots capaces de jugar al fútbol impulsa a su vez el desarrollo de la inteligencia artificial y el de tecnología robótica que podría ser usada también para tareas importantes, como las operaciones de búsqueda y rescate, y la ayuda doméstica a personas ancianas o discapacitadas.

El autor del estudio, Claude Sammut del Centro de Excelencia para los Sistemas Autónomos en Sídney, Australia, revisó la tecnología exhibida en la competición internacional de fútbol robótico RoboCup, que este año tuvo lugar en Singapur. Las competiciones entre robots se han vuelto una forma muy popular de incentivar las innovaciones en la robótica y a los científicos les proporcionan un modo de comparar sus desarrollos en inteligencia artificial con los logrados por otros grupos de expertos.

El fútbol es una actividad útil para los científicos que trabajan en inteligencia artificial robótica, porque exige al robot percibir su entorno, usar sus sensores para elaborar un modelo de ese entorno, y utilizar los datos para razonar y emprender las acciones apropiadas.

Tal como sucede con los jugadores humanos, el fútbol también exige a los robots la comunicación y cooperación necesarias entre jugadores de un mismo equipo, y lo más importante es que requiere la habilidad de aprender, ya que gracias a ella los equipos pueden ajustar sus tácticas para neutralizar las de sus oponentes y así tener mejores oportunidades de derrotarlos.

Los avances fundamentales en esta clase de robótica serán de utilidad para muchas más cosas además de para que los robots jueguen bien al fútbol. Ayudarán a lograr robots eficaces en tareas de búsqueda y rescate para siniestros como derrumbes de edificios, y también servirán para desarrollar asistentes robóticos caseros capaces de prestar algunas clases de ayuda a las personas ancianas o con ciertas minusvalías.

Información adicional en:

jueves, 11 de noviembre de 2010

ARTÍCULO EXPUESTO POR TORIBIO GUTIERREZ: "Hormigóin bacteriano autorreparable"


En nuestra soberbia creemos que las construcciones modernas pervivirán por siempre. La verdad es que si no fuera por nuestros constantes cuidados duraría más bien poco y ni aún así durarán de todos modos mucho tiempo. Recientemente se intentó explorar la idea de qué ocurriría si el ser humano se desvaneciera súbitamente para siempre de la Tierra. Sorprendentemente, la Naturaleza recuperaría su lugar en el mundo, las carreteras estarían inservibles en unos pocos años, las presas reventarían, los edificios se caerían… Al cabo de unos pocos siglos no quedarían prácticamente casi huellas del ser humano. Sólo las pirámides de Egipto permanecerían como testigos del paso del hombre sobre este planeta.
Las pirámides permanecerán durante mucho más tiempo que nuestros rascacielos porque están hechas de piedra y están ubicadas en un lugar muy seco y cálido. Nuestros modernos edificios están hechos de hormigón y el hormigón sufre fuertemente el ataque corrosivo de la humedad, es decir, del agua. Además, mucho de nuestro hormigón es hormigón armado y contiene fuertes barras de acero en su interior. Pero el acero también sufre el ataque del agua, se oxida y aumenta su volumen, creándose tensiones catastróficas. Si además el clima es frío, de vez en cuando el agua filtrada en el interior del hormigón se congela, aumenta de volumen y quiebra aún más el material.
El cemento utilizado en el hormigón (mezcla de cemento con áridos y piedras) es un material bastante bueno. La cúpula del panteón de Roma (hecha de mortero), de casi 2000 años de antigüedad, así lo demuestra. El cemento se transforma poco a poco en dura caliza al reaccionar con el dióxido de carbono atmosférico. Pero la debilidad del cemento o del hormigón es la formación de grietas por donde puede penetrar el agua.
Desde hace años se viene investigando con métodos que permitan sellar las grietas que aparecen en el hormigón. Un método que se ha ensayado en el pasado consiste en un hormigón autorreparable que contiene fibras rellenas de un fluido. Ante una grieta la fibra se parte y libera una resina que rellena la grieta.
Pero quizás nos debamos fijar en la Naturaleza, en casos como los huesos de los animales o el coral, estructuras ambas creadas con diversas formas de carbonato cálcico, al igual que el cemento. La Gran Barrera de Coral, por ejemplo, es una estructura creada por organismos vivos que es tan grande que es visible desde el espacio. Ninguno de nuestros edificios lo es.
El hueso es otro ejemplo de lo que puede hacer la vida a la hora de crear estructuras, las células osteblásticas del hueso son capaces de reparar grietas o incluso fracturas que puedan aparecer en el hueso.
La idea que ha tenido Henk Jonkers, un investigador de la Universidad Tecnológica de Delf (Holanda), es hacer que unas bacterias realicen el mismo papel de las antes mencionadas células del hueso y rellenen las grietas y agujeros que aparezcan en el hormigón. Estas bacterias serían activadas precisamente por la presencia de agua y funcionarían gracias a un “alimento” compuesto principalmente por lactato cálcico, que sería añadido también al hormigón.
Las bacterias estarían más o menos en estado de letargo hasta que en una grieta hiciera presente el agua. Entonces, las bacterias se activarían y empezarían a metabolizar el lactato y a producir calcita en presencia de oxígeno. La calcita cumpliría el papel de cemento, rellenado o sellando la grieta.
Pero encontrar bacterias que cumplan esta misión no es sencillo, el hormigón tiene un pH típico de 10, una situación que no suele ser del agrado de todos los microorganismos. Afortunadamente puede haber bacterias extremófilas que vivan en ambientes alcalinos y que puedan cumplir la misión. Por esta razón Jonkers y sus colaboradores han viajado a lagos alcalinos de Rusia y Egipto, donde el pH del agua es alto de manera natural, encontrando cepas de bacilos adecuadas que prosperan en ese ambiente.
Los bueno de estas variedades de bacterias es que pueden adoptar el estado de espora y permanecer “dormidas” durante 50 años sin necesidad de agua o comida. Son como “semillas” esperando a ser plantadas, justo lo que buscan para la idea de reparación del hormigón.
Para que el hormigón convencional no se resienta con el añadido de bacterias y lactato, Jonkers primero encapsula las esporas en esferitas cerámicas de escasos milímetros y luego añade estas esferitas a la mezcla habitual del hormigón.
Esperan que cuando las grietas del hormigón se formen rompan estas esferitas y liberen las bacterias reparadoras, el agua activaría las esporas y los microorganismos empezarían a segregar calcita.
Todavía no parece que se haya puesto a prueba la idea, y de momento se desconoce cómo sería la producción de calcita en el interior del hormigón. Un factor limitante podría ser el oxígeno necesario para metabolizar el lactato, gas cuya concentración en el interior del hormigón sería muy baja.
Pero las bacterias no necesitan rellenar completamente la grieta, basta con que la sellen y no entre más agua en el interior, que es el que degrada el hormigón.
Como las bacterias viven sólo a un pH alto, tampoco representarían un problema medioambiental o una amenaza para los humanos. Una vez fuera del hormigón simplemente mueren.
Este equipo de investigadores se centra ahora en la rebaja de costes de todo el proceso para que el hormigón biológico autorreparable sea competitivo en el mercado.
La idea es tan bonita que estaría muy bien que saliera adelante. Si funcionara nuestros puentes y edificios estarían literalmente vivos y se habría iniciado el campo de la ingeniería biológica.
¿Quién habría dicho que la investigación en extremófilos nos iba a ayudar a que los puentes no se caigan?

ARTÍCULO EXPUESTO POR MANUEL ARROYO: "Nuevos proyectos de energía geotérmica"


Todos sabemos ya que tenemos un grave problema con el suministro de energía, sobre todo si queremos no enviar dióxido de carbono a la atmósfera. Quizás, además del desarrollo de la energía solar y eólica, sea necesario desarrollar la energía geotérmica. Al fin y al cabo los isótopos radiactivos que contiene la Tierra producen suficiente energía como para que la temperatura sea muy alta allá abajo.
Si todo sale bien y al final se invierte en este tipo de energía entonces de podrá disponer de este tipo de energía en muchas partes, y no sólo en lugares muy especiales como Islandia.
Una compañía británica ya tiene planeado perforar un pozo de 5 km de profundidad cerca de Redruth en Cornwall. Una vez lo consigan inyectarán agua en las rocas situadas al final del pozo, en donde se calentará hasta los 200 grados centígrados. El agua retornará entonces a la superficie a alta presión y harán que pase por un intercambiador de calor para así producir vapor que mueva una turbina que alimente un generador eléctrico. El agua en el pozo trabajaría en un ciclo cerrado y una vez entregado su calor al intercambiador volvería otra vez al pozo.
Esperan obtener 10 MW de potencia eléctrica que inyectarían en la red eléctrica. No es necesario desarrollar nueva tecnología, pues basta con la tecnología ya existente. Y perforar es relativamente barato.
Según la compañía este sistema proporcionará la energía equivalente a la consumida por 20.000 viviendas, además de suministrar calor a la comunidad cercana. Obviamente el sistema está libre de emisiones de dióxido de carbono y puede instalarse en muchos sitios.
Se espera que esté operativo comercialmente para 2014. Otra compañía está realizando un proyecto similar de 4 MW en otro lugar.
Los granitos de Redruth están calientes debido a que, como otros granitos, contienen uranio y torio radiactivos. Estos granitos en particular contienen una concentración superior a la habitual y emiten 135 milivatios de calor por metro cuadrado.
Si estos proyectos tienen éxito probablemente se levanten instalaciones similares en otras regiones del mundo donde haya granito u otro tipo de rocas calientes. Una planta pequeña de 3 MW ya opera en Landau (Alemania) y hay proyectos del mismo estilo en Francia y Australia.
En los noventa hubo experimentos similares en EEUU realizados por el Departamento de Energía en Los Alamos National Laboratory (nuevo México). Según afirma Allan Hoffman, analista veterano del Departamento, pese a los resultados exitosos, el proyecto quedó paralizado por falta de inversión de las empresas del sector. Hoffman esperaba que se presentaran los inversores, pero éstos no aparecieron.
Según un informe del MIT de 2006, en EEUU hay suficientes recursos geotérmicos como para suministrar 2000 veces las necesidades primarías de energía del país, aunque otros informes menos optimistas cifran que un 10% del total de la energía consumida por EEUU para 2050 podría ser de origen geotérmico.

viernes, 5 de noviembre de 2010

"EL SOLDADO DEL FUTURO" ARTÍCULO EXPUESTO POR "Francisco José Cano"


n España ha nacido ya el soldado interactivo. El pasado 20 de diciembre, EADS entregó al Ministerio de Defensa los primeros doce equipos del programa Combatiente Futuro (ComFut). EADS ha trabajado en este proyecto en calidad de contratista principal, con la colaboración de un grupo de subcontratistas españoles, entre los que se encuentra GMV.

Seguimiento:

El programa ComFut está diseñado para aumentar la eficacia y la protección de los soldados españoles y su proceso ha supuesto el desarrollo de nuevos sistemas específicos. Las novedades más imp

El conjunto del nuevo equipamiento funcionará de forma integrada y el soldado trabajará en un entorno de red. A través de sensores, junto con la información transmitida por el resto del pelotón, el ComFut será consciente en cada momento de la situación en la que se encuentra, de su posición en el campo de batalla, la de sus compañeros y la de sus enemigos, aumentando notablemente su eficacia.

Gracias a las protecciones balísticas y el equipamiento diseñado para tal fin, aumentará su seguridad y confort, pudiendo operar de día o de noche y en cualquier condición meteorológica.

Estos equipos serán ahora sometidos a pruebas en la Academia de Infantería de Toledo.

ortantes se centran en soluciones avanzadas de Optrónica, Mando y Control, Fuente de alimentación, Equipamiento y protección balísticas y Simulador de duelo, entre otros sistemas de apoyo de los que está dotado cada equipo.


El conjunto del nuevo equipamiento funcionará de forma integrada y el soldado trabajará en un entorno de red. A través de sensores, junto con la información transmitida por el resto del pelotón, el ComFut será consciente en cada momento de la situación en la que se encuentra, de su posición en el campo de batalla, la de sus compañeros y la de sus enemigos, aumentando notablemente su eficacia.

Gracias a las protecciones balísticas y el equipamiento diseñado para tal fin, aumentará su seguridad y confort, pudiendo operar de día o de noche y en cualquier condición meteorológica.

Estos equipos serán ahora sometidos a pruebas en la Academia de Infantería de Toledo.

"VIAJE A MARTE" ARTÍCULO EXPUESTO POR "Abel Acedo"


Dirk Schulze-Makuch, de Washington State University, y Paul Davies, de Arizona State University, proponen una misión espacial a Marte en un artículo titulado “To Boldly Go: A One-Way Human MisDirk Schulze-Makuch, de Washington State University, y Paul Davies, de Arizona State University, proponen una misión espacial a Marte en un artículo titulado “To Boldly Go: A One-Way Human Mission to Mars” y publicado en “Journal of Cosmology”. En este artículo sostienen que una misión de este tipo es técnicamente posible y se puede realizar ahora mismo, al contrario que una misión de ida y vuelta, que de momento no se planea debido a los recursos económicos necesarios y a la falta de voluntad política.
Gran parte de los recursos en un viaje a Marte se gastarían en el viaje de vuelta, así que un viaje sólo de ida tendría un costo que sería una fracción pequeña del de ida y vuelta. La idea sería ir empezando a colonizar el planeta rojo.
De entre todos los planetas del sistema solar, Marte es el más parecido a la Tierra. Tiene una atmósfera que no es excesivamente densa (al contrario que Venus) pero existente y tiene una gravedad similar a la terrestre. Además, en su atmósfera y sobre su superficie hay materiales que pueden ser relevantes a la hora de la colonización, como el dióxido de carbono, hielo de agua o distintos tipos de minerales.
Según el proyecto de estos dos científicos se podría inicialmente enviar a cuatro astronautas en una primera misión, tripulación que se distribuirían en dos cápsulas espaciales distintas que contendrían recursos para algún tiempo. Con tecnología cohete convencional se tardarían 6 meses en llegar a Marte cuando el planeta está en oposición, un viaje de duración factible.
Al contrario que otros proyectos similares anteriormente propuestos, en los que se abandonaría a su suerte a estos humanos (supuestamente viejos o enfermos), en este tipo de misión estas personas constituiría la primera avanzadilla de la colonización de Marte. Se lanzarían una serie de misiones a lo largo del tiempo para mantener una colonización a largo plazo y abastecer a los colonos.
Según Davis sería como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver. Además, hace comparaciones con Colón, Frobisher, Scott o Amundsen, que se embarcaban en expediciones con la intención de estar un tiempo en destino y sabiendo que arriesgaban sus propias vidas.
Desde la Tierra se reaprovisionaría aDirk Schulze-Makuch, de Washington State University, y Paul Davies, de Arizona State University, proponen una misión espacial a Marte en un artículo titulado “To Boldly Go: A One-Way Human Mission to Mars” y publicado en “Journal of Cosmology”. En este artículo sostienen que una misión de este tipo es técnicamente posible y se puede realizar ahora mismo, al contrario que una misión de ida y vuelta, que de momento no se planea debido a los recursos económicos necesarios y a la falta de voluntad política.Dirk Schulze-Makuch, de Washington State University, y Paul Davies, de Arizona State University, proponen una misión espacial a Marte en un artículo titulado “To Boldly Go: A One-Way Human Mission to Mars” y publicado en “Journal of Cosmology”. En este artículo sostienen que una misión de este tipo es técnicamente posible y se puede realizar ahora mismo, al contrario que una misión de ida y vuelta, que de momento no se planea debido a los recursos económicos necesarios y a la falta de voluntad política.
Gran parte de los recursos en un viaje a Marte se gastarían en el viaje de vuelta, así que un viaje sólo de ida tendría un costo que sería una fracción pequeña del de ida y vuelta. La idea sería ir empezando a colonizar el planeta rojo.
De entre todos los planetas del sistema solar, Marte es el más parecido a la Tierra. Tiene una atmósfera que no es excesivamente densa (al contrario que Venus) pero existente y tiene una gravedad similar a la terrestre. Además, en su atmósfera y sobre su superficie hay materiales que pueden ser relevantes a la hora de la colonización, como el dióxido de carbono, hielo de agua o distintos tipos de minerales.
Según el proyecto de estos dos científicos se podría inicialmente enviar a cuatro astronautas en una primera misión, tripulación que se distribuirían en dos cápsulas espaciales distintas que contendrían recursos para algún tiempo. Con tecnología cohete convencional se tardarían 6 meses en llegar a Marte cuando el planeta está en oposición, un viaje de duración factible.
Al contrario que otros proyectos similares anteriormente propuestos, en los que se abandonaría a su suerte a estos humanos (supuestamente viejos o enfermos), en este tipo de misión estas personas constituiría la primera avanzadilla de la colonización de Marte. Se lanzarían una serie de misiones a lo largo del tiempo para mantener una colonización a largo plazo y abastecer a los colonos.
Según Davis sería como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver. Además, hace comparaciones con Colón, Frobisher, Scott o Amundsen, que se embarcaban en expediciones con la intención de estar un tiempo en destino y sabiendo que arriesgaban sus propias vidas.
Desde la Tierra se reaprovisionaría a estos astronautas con necesidades básicas, pero con la intención de que fueran utilizando los recursos que se ofrecen en Marte. Finalmente los colonos marcianos tendrían que ser autosuficientes y servir de semilla de un gran proyecto de colonización.
El primer paso consistiría en la elección del lugar de aterrizaje que tendría que contar con un refugio natural, agua (presumiblemente congelada) y minerales adecuados. Podrían servir algunas cuevas de origen volcánico cerca del “océano” norte y que por tanto contendría cantidades apreciables de hielo de agua. El agua proporcionaría oxígeno a través de electrolisis. Una de estas cuevas serviría de protección frente a los rayos cósmicos y UV, ya que Marte no tiene capa de ozono ni magnetosfera.
Además de servir de “arca de Noe humana”, en caso de un cataclismo en la Tierra, la nueva colonia proporcionaría una inestimable investigación científica permanente sobre Marte. Los estudios sobre Geología y Planetología serían inestimables. Incluso podrían encontrar alguna traza de vida microbiana, tanto viva como fósil (siendo muy optimistas).
Además, según los autores, una presencia internacional y multicultural en el planeta rojo podría traer beneficios políticos y sociales en la Tierra. El proyecto no sólo requeriría la colaboración internacional, sino el retorno del espíritu de aventura y riesgo de épocas pasadas.
Según estos dos investigadores, cuando han comentado de manera informal esta idea entre otros colegas, ha habido alguno que ha expresado su interés en hacer ese viaje. El propio Schulze-Makuch parece ofrecerse como voluntario a una misión así una vez que sus hijos alcancen cierta edad.
Pero a estos individuos cargados de optimismo se les olvida que Marte, pese a todo, es un lugar muy inhóspito. La presión atmosférica es muy baja y se necesita llevar puesto un traje presurizado constantemente. Hace un frío terrible. Sobre todo en las zonas en donde hay agua congelada en el subsuelo.
Unos posibles colonos podrían hacerse con materiales de construcción allí, incluso con oxígeno y comida, pero no con trajes presurizados, equipos de electrolisis y materiales de alta tecnología (incluyendo medicinas, material quirúrgico y de diagnóstico). Además, la terraformación de Marte llevaría siglos.
La idea de una visita al planeta rojo puede parece atractiva a algunos, pero esos mismos individuos, una vez allí y pasados unos años, lo considerarían una cárcel muy dura: el más frío, seco y solitario de todos los desiertos. Quizás se podría colonizar a la australiana y enviar allí a presos de larga duración.
¿Cambiaría el lector los paisajes terrestres por una vista del valle Marineris?
Gran parte de los recursos en un viaje a Marte se gastarían en el viaje de vuelta, así que un viaje sólo de ida tendría un costo que sería una fracción pequeña del de ida y vuelta. La idea sería ir empezando a colonizar el planeta rojo.
De entre todos los planetas del sistema solar, Marte es el más parecido a la Tierra. Tiene una atmósfera que no es excesivamente densa (al contrario que Venus) pero existente y tiene una gravedad similar a la terrestre. Además, en su atmósfera y sobre su superficie hay materiales que pueden ser relevantes a la hora de la colonización, como el dióxido de carbono, hielo de agua o distintos tipos de minerales.
Según el proyecto de estos dos científicos se podría inicialmente enviar a cuatro astronautas en una primera misión, tripulación que se distribuirían en dos cápsulas espaciales distintas que contendrían recursos para algún tiempo. Con tecnología cohete convencional se tardarían 6 meses en llegar a Marte cuando el planeta está en oposición, un viaje de duración factible.
Al contrario que otros proyectos similares anteriormente propuestos, en los que se abandonaría a su suerte a estos humanos (supuestamente viejos o enfermos), en este tipo de misión estas personas constituiría la primera avanzadilla de la colonización de Marte. Se lanzarían una serie de misiones a lo largo del tiempo para mantener una colonización a largo plazo y abastecer a los colonos.
Según Davis sería como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver. Además, hace comparaciones con Colón, Frobisher, Scott o Amundsen, que se embarcaban en expediciones con la intención de estar un tiempo en destino y sabiendo que arriesgaban sus propias vidas.
Desde la Tierra se reaprovisionaría a estos astronautas con necesidades básicas, pero con la intención de que fueran utilizando los recursos que se ofrecen en Marte. Finalmente los colonos marcianos tendrían que ser autosuficientes y servir de semilla de un gran proyecto de colonización.
El primer paso consistiría en la elección del lugar de aterrizaje que tendría que contar con un refugio natural, agua (presumiblemente congelada) y minerales adecuados. Podrían servir algunas cuevas de origen volcánico cerca del “océano” norte y que por tanto contendría cantidades apreciables de hielo de agua. El agua proporcionaría oxígeno a través de electrolisis. Una de estas cuevas serviría de protección frente a los rayos cósmicos y UV, ya que Marte no tiene capa de ozono ni magnetosfera.
Además de servir de “arca de Noe humana”, en caso de un cataclismo en la Tierra, la nueva colonia proporcionaría una inestimable investigación científica permanente sobre Marte. Los estudios sobre Geología y Planetología serían inestimables. Incluso podrían encontrar alguna traza de vida microbiana, tanto viva como fósil (siendo muy optimistas).
Además, según los autores, una presencia internacional y multicultural en el planeta rojo podría traer beneficios políticos y sociales en la Tierra. El proyecto no sólo requeriría la colaboración internacional, sino el retorno del espíritu de aventura y riesgo de épocas pasadas.
Según estos dos investigadores, cuando han comentado de manera informal esta idea entre otros colegas, ha habido alguno que ha expresado su interés en hacer ese viaje. El propio Schulze-Makuch parece ofrecerse como voluntario a una misión así una vez que sus hijos alcancen cierta edad.
Pero a estos individuos cargados de optimismo se les olvida que Marte, pese a todo, es un lugar muy inhóspito. La presión atmosférica es muy baja y se necesita llevar puesto un traje presurizado constantemente. Hace un frío terrible. Sobre todo en las zonas en donde hay agua congelada en el subsuelo.
Unos posibles colonos podrían hacerse con materiales de construcción allí, incluso con oxígeno y comida, pero no con trajes presurizados, equipos de electrolisis y materiales de alta tecnología (incluyendo medicinas, material quirúrgico y de diagnóstico). Además, la terraformación de Marte llevaría siglos.
La idea de una visita al planeta rojo puede parece atractiva a algunos, pero esos mismos individuos, una vez allí y pasados unos años, lo considerarían una cárcel muy dura: el más frío, seco y solitario de todos los desiertos. Quizás se podría colonizar a la australiana y enviar allí a presos de larga duración.
¿Cambiaría el lector los paisajes terrestres por una vista del valle Marineris? estos astronautas con necesidades básicas, pero con la intención de que fueran utilizando los recursos que se ofrecen en Marte. Finalmente los colonos marcianos tendrían que ser autosuficientes y servir de semilla de un gran proyecto de colonización.
El primer paso consistiría en la elección del lugar de aterrizaje que tendría que contar con un refugio natural, agua (presumiblemente congelada) y minerales adecuados. Podrían servir algunas cuevas de origen volcánico cerca del “océano” norte y que por tanto contendría cantidades apreciables de hielo de agua. El agua proporcionaría oxígeno a través de electrolisis. Una de estas cuevas serviría de protección frente a los rayos cósmicos y UV, ya que Marte no tiene capa de ozono ni magnetosfera.
Además de servir de “arca de Noe humana”, en caso de un cataclismo en la Tierra, la nueva colonia proporcionaría una inestimable investigación científica permanente sobre Marte. Los estudios sobre Geología y Planetología serían inestimables. Incluso podrían encontrar alguna traza de vida microbiana, tanto viva como fósil (siendo muy optimistas).
Además, según los autores, una presencia internacional y multicultural en el planeta rojo podría traer beneficios políticos y sociales en la Tierra. El proyecto no sólo requeriría la colaboración internacional, sino el retorno del espíritu de aventura y riesgo de épocas pasadas.
Según estos dos investigadores, cuando han comentado de manera informal esta idea entre otros colegas, ha habido alguno que ha expresado su interés en hacer ese viaje. El propio Schulze-Makuch parece ofrecerse como voluntario a una misión así una vez que sus hijos alcancen cierta edad.
Pero a estos individuos cargados de optimismo se les olvida que Marte, pese a todo, es un lugar muy inhóspito. La presión atmosférica es muy baja y se necesita llevar puesto un traje presurizado constantemente. Hace un frío terrible. Sobre todo en las zonas en donde hay agua congelada en el subsuelo.
Unos posibles colonos podrían hacerse con materiales de construcción allí, incluso con oxígeno y comida, pero no con trajes presurizados, equipos de electrolisis y materiales de alta tecnología (incluyendo medicinas, material quirúrgico y de diagnóstico). Además, la terraformación de Marte llevaría siglos.
La idea de una visita al planeta rojo puede parece atractiva a algunos, pero esos mismos individuos, una vez allí y pasados unos años, lo considerarían una cárcel muy dura: el más frío, seco y solitario de todos los desiertos. Quizás se podría colonizar a la australiana y enviar allí a presos de larga duración.
¿Cambiaría el lector los paisajes terrestres por una vista del valle Marineris?sion to Mars” y publicado en “Journal of Cosmology”. En este artículo sostienen que una misión de este tipo es técnicamente posible y se puede realizar ahora mismo, al contrario que una misión de ida y vuelta, que de momento no se planea debido a los recursos económicos necesarios y a la falta de voluntad política.
Gran parte de los recursos en un viaje a Marte se gastarían en el viaje de vuelta, así que un viaje sólo de ida tendría un costo que sería una fracción pequeña del de ida y vuelta. La idea sería ir empezando a colonizar el planeta rojo.
De entre todos los planetas del sistema solar, Marte es el más parecido a la Tierra. Tiene una atmósfera que no es excesivamente densa (al contrario que Venus) pero existente y tiene una gravedad similar a la terrestre. Además, en su atmósfera y sobre su superficie hay materiales que pueden ser relevantes a la hora de la colonización, como el dióxido de carbono, hielo de agua o distintos tipos de minerales.
Según el proyecto de estos dos científicos se podría inicialmente enviar a cuatro astronautas en una primera misión, tripulación que se distribuirían en dos cápsulas espaciales distintas que contendrían recursos para algún tiempo. Con tecnología cohete convencional se tardarían 6 meses en llegar a Marte cuando el planeta está en oposición, un viaje de duración factible.
Al contrario que otros proyectos similares anteriormente propuestos, en los que se abandonaría a su suerte a estos humanos (supuestamente viejos o enfermos), en este tipo de misión estas personas constituiría la primera avanzadilla de la colonización de Marte. Se lanzarían una serie de misiones a lo largo del tiempo para mantener una colonización a largo plazo y abastecer a los colonos.
Según Davis sería como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver. Además, hace comparaciones con Colón, Frobisher, Scott o Amundsen, que se embarcaban en expediciones con la intención de estar un tiempo en destino y sabiendo que arriesgaban sus propias vidas.
Desde la Tierra se reaprovisionaría a estos astronautas con necesidades básicas, pero con la intención de que fueran utilizando los recursos que se ofrecen en Marte. Finalmente los colonos marcianos tendrían que ser autosuficientes y servir de semilla de un gran proyecto de colonización.
El primer paso consistiría en la elección del lugar de aterrizaje que tendría que contar con un refugio natural, agua (presumiblemente congelada) y minerales adecuados. Podrían servir algunas cuevas de origen volcánico cerca del “océano” norte y que por tanto contendría cantidades apreciables de hielo de agua. El agua proporcionaría oxígeno a través de electrolisis. Una de estas cuevas serviría de protección frente a los rayos cósmicos y UV, ya que Marte no tiene capa de ozono ni magnetosfera.
Además de servir de “arca de Noe humana”, en caso de un cataclismo en la Tierra, la nueva colonia proporcionaría una inestimable investigación científica permanente sobre Marte. Los estudios sobre Geología y Planetología serían inestimables. Incluso podrían encontrar alguna traza de vida microbiana, tanto viva como fósil (siendo muy optimistas).
Además, según los autores, una presencia internacional y multicultural en el planeta rojo podría traer beneficios políticos y sociales en la Tierra. El proyecto no sólo requeriría la colaboración internacional, sino el retorno del espíritu de aventura y riesgo de épocas pasadas.
Según estos dos investigadores, cuando han comentado de manera informal esta idea entre otros colegas, ha habido alguno que ha expresado su interés en hacer ese viaje. El propio Schulze-Makuch parece ofrecerse como voluntario a una misión así una vez que sus hijos alcancen cierta edad.
Pero a estos individuos cargados de optimismo se les olvida que Marte, pese a todo, es un lugar muy inhóspito. La presión atmosférica es muy baja y se necesita llevar puesto un traje presurizado constantemente. Hace un frío terrible. Sobre todo en las zonas en donde hay agua congelada en el subsuelo.
Unos posibles colonos podrían hacerse con materiales de construcción allí, incluso con oxígeno y comida, pero no con trajes presurizados, equipos de electrolisis y materiales de alta tecnología (incluyendo medicinas, material quirúrgico y de diagnóstico). Además, la terraformación de Marte llevaría siglos.
La idea de una visita al planeta rojo puede parece atractiva a algunos, pero esos mismos individuos, una vez allí y pasados unos años, lo considerarían una cárcel muy dura: el más frío, seco y solitario de todos los desiertos. Quizás se podría colonizar a la australiana y enviar allí a presos de larga duración.
¿Cambiaría el lector los paisajes terrestres por una vista del valle Marineris?

lunes, 18 de octubre de 2010

ARTÍCULO EXPUESTO POR ABEL ACEDO: "¿Cómo es es funcionamiento de un lámpara CFL de bajo consumo?


Desde que Thomas Alva Edison patentó la bombilla incandescente, en 1879, se han venido desarrollando hasta la fecha otros tipos de lámparas menos consumidoras de energía eléctrica y de características mucho más eficientes.

Desde los albores de la humanidad el método más común de obtener luz ha sido generando previamente calor, como ocurre cuando hacemos una antorcha con la rama de un árbol o encendemos una vela, o una lámpara de queroseno.

Por otra parte, si calentamos un trozo de metal con una llama intensa, veremos como a medida que se calienta pasa del color naranja al amarillo intenso. Pero si además logramos impartirle una temperatura tan alta como para que alcance el estado de incandescencia, obtendremos entonces luz blanca. Esa es la manera de lograr que una lámpara incandescente emita luz.

En el caso específico de una lámpara o bombilla incandescente, la corriente eléctrica que fluye por el delgado filamento metálico de tungsteno provoca que se caliente a una temperatura tan alta, que al llegar al blanco incandescente emite luz visible.

Debido a ese fenómeno físico, el 90% del total de la energía eléctrica que consume una lámpara incandescente para emitir luz se pierde por disipación de calor al medio ambiente, sin que esa pérdida reporte ningún beneficio útil.

En la práctica, durante todo el tiempo que permanece encendida una lámpara incandescente disipa más radiaciones infrarrojas (no visibles, pero que se perciben en forma de calor), que ondas electromagnéticas de luz visible para el ojo humano..

No obstante, millones de hogares en todo el mundo se alumbran todavía con lámparas incandescentes, a pesar de que desde finales de los años 30 del siglo pasado existen otros tipos de lámparas con similares o mejores prestaciones y menor consumo energético.

Entre esas lámparas se encuentran, por ejemplo, los tubos rectos y circulares de lámparas fluorescentes y, de aparición más reciente, las lámparas fluorescentes compactas ahorradoras de energía CFL.




LÁMPARAS CFL AHORRADORAS DE ENERGÍA


Las lámparas ahorradoras de energía denominadas CFL (Compact Fluorescent Lamp – Lámpara Fluorescente Compacta) son una variante mejorada de las lámparas de tubos rectos fluorescentes, que fueron presentadas por primera vez al público en la Feria Mundial de New York efectuada en el año 1939.

Desde su presentación al público en esa fecha, las lámparas de tubos fluorescentes se utilizan para iluminar variados tipos de espacios, incluyendo nuestras casas. En la práctica el rendimiento de esas lámparas es mucho mayor, consumen menos energía eléctrica y el calor que disipan al medio ambiente es prácticamente despreciable en comparación con el que disipan las lámparas incandescentes.


Generalmente las lámparas o tubos rectos fluorescentes son voluminosos y pesados, por lo que en 1976 el ingeniero Edward Hammer, de la empresa norteamericana GE, creó una lámpara fluorescente compuesta por un tubo de vidrio alargado y de reducido diámetro, que dobló en forma de espiral para reducir sus dimensiones. Así construyó una lámpara fluorescente del tamaño aproximado de una bombilla común, cuyas propiedades de iluminación eran muy similares a la de una lámpara incandescente, pero con un consumo mucho menor y prácticamente sin disipación de calor al medio ambiente.

Aunque esta lámpara fluorescente de bajo consumo prometía buenas perspectivas de explotación, el proyecto de producirla masivamente quedó engavetado, pues la tecnología existente en aquel momento no permitía la producción en serie de una espiral de vidrio tan frágil como la que requería en aquel momento ese tipo de lámpara.

Sin embargo, con el avance de las tecnologías de producción, hoy en día, además de las lámparas CFL con tubos rectos, las podemos encontrar también con el tubo en forma de espiral, tal como fueron concebidas en sus orígenes y que podemos ver en la foto de la derecha.


No obstante, en la década de los años 80 del siglo pasado otros fabricantes apostaron por la nueva lámpara y se arriesgaron a lanzarla al mercado, pero a un precio de venta elevado, equivalente a lo que hoy serían 30 dólares (unos 27 euros aproximadamente) por unidad. Sin embargo, los grandes pedidos que hizo en aquellos momentos el gobierno norteamericano a los fabricantes y su posterior subvención por el ahorro que representaban estas lámparas para el consumo de energía eléctrica, permitieron ir disminuyendo poco a poco su precio, hasta acercarlo al costo de producción.

La posterior aceptación obtenida por las nuevas lámparas ahorradoras de energía dentro de los amplios círculos económicos y de la población, estimuló a los fabricantes a acometer las inversiones necesarias, emprender la producción masiva y bajar mucho más el precio de venta al público.

Hoy en día una lámpara CFL estándar, entre 9 y 14 watt, se puede adquirir normalmente en diferentes establecimientos comerciales, a un precio que oscila alrededor de los 2 euros o menos (equivalente a algo más de 2 dólares), aunque se fabrican también con diferentes estructuras y potencias, que se comercializan a un precio más alto.


Se componen de un tubo de unos 6 mm de diámetro aproximadamente, doblados en forma de “U” invertida, cuya longitud depende de la potencia en watt que tenga la lámpara. En todas las lámparas CFL existen siempre dos filamentos de tungsteno o wolframio (W) alojados en los extremos libres del tubo con el propósito de calentar los gases inertes, como el neón (Ne), el kriptón (Kr) o el argón (Ar), que se encuentran alojados en su interior. Junto con los gases inertes, el tubo también contiene vapor de mercurio (Hg). Las paredes del tubo se encuentran recubiertas por dentro con una fina capa de fósforo.


Las lámparas CFL son de encendido rápido, por tanto no requieren cebador (encendedor, starter) para encender el filamento, sino que emplean un balasto electrónico en miniatura, encerrado en la base que separa la rosca del tubo de la lámpara. Ese balasto suministra la tensión o voltaje necesario para encender el tubo de la lámpara y regular, posteriormente, la intensidad de corriente que circula por dentro del propio tubo después de encendido.

El balasto electrónico se compone, fundamentalmente, de un circuito rectificador diodo de onda completa y un oscilador, encargado de elevar la frecuencia de la corriente de trabajo de la lámpara entre 20 000 y 60 000 hertz aproximadamente, en lugar de los 50 ó 60 hertz con los que operan los balastos electromagnéticos e híbridos que emplean los tubos rectos y circulares de las lámparas fluorescentes comunes antiguas.


Elementos que componen el balasto electrónico.

Base

La base de la lámpara ahorradora CFL se compone de un receptáculo de material plástico, en cuyo interior hueco se aloja el balasto electrónico. Unido a la base se encuentra un casquillo con rosca normal E-27 (conocida también como rosca Edison), la misma que utilizan la mayoría de las bombillas o lámparas incandescentes. Se pueden encontrar también lámparas CFL con rosca E-14 de menor diámetro (conocida como rosca candelabro). No obstante, existen variantes con otros tipos de conectores, de presión o bayoneta, en lugar de casquillos con rosca, que funcionan con un balasto electrónico externo, que no forma parte del cuerpo la lámpara.



ASÍ FUNCIONA LA LÁMPARA CFL


El funcionamiento de una lámpara fluorescente ahorradora de energía CFL es el mismo que el de un tubo fluorescente común, excepto que es mucho más pequeña y manuable.

Cuando enroscamos la lámpara CFL en un portalámpara (igual al que utilizan la mayoría de las lámparas incandescentes) y accionamos el interruptor de encendido, la corriente eléctrica alterna fluye hacia el balasto electrónico, donde un rectificador diodo de onda completa se encarga de convertirla en corriente directa y mejorar, a su vez, el factor de potencia de la lámpara. A continuación un circuito oscilador, compuesto fundamentalmente por un circuito transistorizado en función de amplificador de corriente, un enrollado o transformador (reactancia inductiva) y un capacitor o condensador (reactancia capacitiva), se encarga de originar una corriente alterna con una frecuencia, que llega a alcanzar entre 20 mil y 60 mil ciclos o hertz por segundo.

La función de esa frecuencia tan elevada es disminuir el parpadeo que provoca el arco eléctrico que se crea dentro de las lámparas fluorescentes cuando se encuentran encendidas. De esa forma se anula el efecto estroboscópico que normalmente se crea en las antiguas lámparas fluorescentes de tubo recto que funcionan con balastos electromagnéticos (no electrónicos). En las lámparas fluorescentes antiguas el arco que se origina posee una frecuencia de sólo 50 ó 60 hertz, la misma que le proporciona la red eléctrica doméstica a la que están conectadas.



Para el alumbrado general el efecto estroboscópico es prácticamente imperceptible, pero en una industria donde existe maquinaria funcionando, impulsadas por motores eléctricos, puede resultar peligroso debido a que la frecuencia del parpadeo de la lámpara fluorescente se puede sincronizar con la velocidad de giro de las partes móviles de las máquinas, creando la ilusión óptica de que no están funcionando, cuando en realidad se están moviendo.

En las lámparas CFL no se manifiesta ese fenómeno, pues al ser mucho más alta la frecuencia del parpadeo del arco eléctrico en comparación con la velocidad de giro de los motores, nunca llegan a sincronizarse ni a crear efecto estroboscópico.

Desde el mismo momento en que los filamentos de una lámpara CFL se encienden, el calor que producen ionizan el gas inerte que contiene el tubo en su interior, creando un puente de plasma entre los dos filamentos. A través de ese puente se origina un flujo de electrones, que proporcionan las condiciones necesarias para que el balasto electrónico genere una chispa y se encienda un arco eléctrico entre los dos filamentos. En este punto del proceso los filamentos se apagan y se convierten en dos electrodos, cuya misión será la de mantener el arco eléctrico durante todo el tiempo que permanezca encendida la lámpara. El arco eléctrico no es precisamente el que produce directamente la luz en estas lámparas, pero su existencia es fundamental para que se produzca ese fenómeno.

A partir de que los filamentos de la lámpara se apagan, la única misión del arco eléctrico será continuar y mantener el proceso de ionización del gas inerte. De esa forma los iones desprendidos del gas inerte al chocar contra los átomos del vapor de mercurio contenido también dentro de tubo, provocan que los electrones del mercurio se exciten y comiencen a emitir fotones de luz ultravioleta. Dichos fotones, cuya luz no es visible para el ojo humano, al salir despedidos chocan contra las paredes de cristal del tubo recubierto con la capa fluorescente. Este choque de fotones ultravioletas contra la capa fluorescente provoca que los átomos de fluor se exciten también y emitan fotones de luz blanca, que sí son visibles para el ojo humano, haciendo que la lámpara se encienda.


CARACTERÍSTICAS DE LAS LÁMPARAS AHORRADORAS CFL

* Son compatibles con los portalámparas, zócalos o “sockets” de las lámparas incandescentes de uso común.
* Al igual que las lámparas incandescentes, sólo hay que enroscarlas en el portalámparas, pues no requieren de ningún otro dispositivo adicional para funcionar.
* Disponibles en tonalidades “luz de día” (daylight) y “luz fría” (cool light), sin que introduzcan distorsión en la percepción de los colores.
* Encendido inmediato tan pronto se acciona el interruptor, pero con una luz débil por breves instantes antes que alcancen su máxima intensidad de iluminación.
* Precio de venta al público un poco mayor que el de una lámpara incandescente de igual potencia, pero que se compensa después con el ahorro que se obtiene por menor consumo eléctrico y por un tiempo de vida útil más prolongado.

jueves, 14 de octubre de 2010

Artículo expuesto por Mª Mar Macias "Plásticos a partir de árboles"


Consiguen producir un precursor de productos plásticos a partir de azúcares vegetales sin necesidad de usar derivados del petróleo y de una forma barata y limpia.
Las noticias sobre la producción de materiales y combustibles a partir de cultivos vegetales no paran de acumularse. Imagínese que de algún modo producimos madera (o incluso cualquier tipo de residuo vegetal) baja en lignina o nos las apañamos para eliminarla. Lo que nos queda es principalmente celulosa, que son largas cadenas hidrocarbonadas cuyos “eslabones” son moléculas de glucosa. Imagine además que gracias a cierta tecnología química podemos transformar esta glucosa en un precursor de monómeros para la producción de plásticos.
Pues este último paso es precisamente el que han dado recientemente unos científicos de Pacific Northwest National Laboratory direigidos por Z. Conrad Zhang. El hallazgo lo publicaron hace unos días en la revista Science. Si el proceso se generaliza se podría reemplazar al petróleo como fuente de este tipo de materiales de una manera económica, limpia y sostenible.
La ventaja de este método es que utiliza una fuente muy común de materia prima: el azúcar.
En el artículo inmediatamente anterior a éste ya explicábamos como otro equipo conseguía un producto químico hydroxymethylfurfural (o HMF) a partir de fructosa y como además lo transformaba en biocombustible. Lo que este otro equipo ha conseguido es otra via alternativa de producción de HMF.
A partir de HMF se pueden obtener los bloques constituyentes del poliéster y otros plásticos de una manera más ecológica y limpia que la habitual.
En este método el porcentaje de conversión es del 70% en el caso de utilizar glucosa, y del 90% si se usa fructosa. Además se crean muchos menos residuos que por otros métodos.
El sistema catalítico empleado no es ácido como otros métodos y emplea cloruro de cromo como catalizador y un disolvente iónico. La temperatura de trabajo es de unos 100 grados centígrados.
El próximo paso de este equipo de investigadores es tratar de mejorar el rendimiento cuando se usa glucosa como precursor. Si lo logran se abrirán las puertas a un mundo menos dependiente del petróleo con las ventajas ecológicas y políticas que conlleva.
Quizás dentro de algún tiempo nuestros plásticos y combustibles crecerán en los árboles.

jueves, 7 de octubre de 2010

ARTÍCULO EXPUESTO POR JESUS BARRENA: "Baterías Redox"


Proponen baterías que se recarguen mediante electrolitos fluidos en lugar de directamente con electricidad.


En esta carrera que parece haberse desatado en pos de un automóvil que contamine menos se proponen varias ideas. La principal es la sustitución del motor de explosión interna por uno eléctrico, pero el problema son las baterías. Éstas son caras, pesadas, voluminosas, proporcionan poca autonomía y encima tardan mucho en poder ser recargadas. Además está la manía de tratar de mantener el modelo de negocio de “estación de servicio” o “gasolinera” en donde uno estaciona para repostar (y de paso paga muchos impuestos indirectos).
Hay soluciones para realizar tramos diarios cortos para llegar al trabajo con un auto eléctrico, aunque de momento son caras. Un buen candidato para este tipo de tramos diarios sería la batería de iones de litio que ya usamos en los dispositivos electrónicos. Aunque se tarda varias horas en recargarlas, esto se podría hacer por las noches, cuando además hay menor consumo. Pero no hay solución para tramos largos, so pena de pasarse mucho tiempo recargando las baterías en una estación de servicio tras otra cada pocos kilómetros. Y es que, nos guste o no, la gasolina es un método extremadamente eficaz de almacenar energía.
Según unos ingenieros alemanes quizás la solución esté en la adopción de baterías redox. Este tipo de baterías no se recargarían mediante electricidad, sino mediante electrolito fluido. En las baterías ordinarias unos productos químicos se transforman en otros produciendo electricidad y el aporte de la misma revierte la reacción química. Algunos de esos productos químicos se depositan en forma sólida y otros están disueltos. Si de algún modo somos capaces de conseguir que todos los productos estén en forma líquida podríamos rellenar la batería de la misma manera que rellenamos el depósito de gasolina, mientras que un segundo subsistema retiraría el electrolito “gastado” para ser regenerado mediante energía eléctrica en la estación de servicio.
En Alemania planean que haya millones de automóviles circulando para 2020 y el gobierno apoya todo tipo de iniciativas al respecto. Investigadores del Instituto Fraunhofer de Química creen que la solución está precisamente en las baterías de flujo redox. Estas baterías están basadas en electrolitos fluidos y podrían recargarse en cuestión de minutos mediante un simple bombeo. Además, según Jens Noack, para regenerar el electrolito se podría utilizar una fuente de energía renovable como la solar o la eólica.
El principio de funcionamiento de este tipo de baterías no es nuevo: dos fluidos electrolíticos que contienen iones metálicos fluyen a través de un electrodo poroso de grafito separados por una membrana que permite a los protones pasar a través de ella. Durante el intercambio de carga la corriente fluye entre los electrodos y la batería proporciona electricidad.
Sin embargo, hasta ahora, la desventaja de este tipo de sistema era que almacenaban bastante menos energía que una batería de litio. Un vehículo equipado con baterías redox recorrería un cuarto de la distancia que uno con baterías de litio, con lo que su hipotético conductor tendría que recargar las baterías cuatro veces más frecuentemente.
Estos investigadores han conseguido ahora multiplicar por cinco el rendimiento de este tipo de sistema con lo que igualaría el de las de litio. Incluso ya tienen un prototipo de celda en funcionamiento. Sólo necesitan juntar muchas de estas celdas de una manera efectiva para conseguir una batería realista. De momento ya están comprobando su rendimiento en vehículos a escala 1:5 (ver foto). En los próximos años quizás consigan un sistema más comercial.
Aunque los investigadores no lo mencionan, también se podría hacer la recarga en casa mientras el automóvil está en uso diario fuera de la vivienda, tanto mediante energía solar como con electricidad convencional. Durante el día dejamos a un dispositivo regenerando electrolito gastado con el que luego, a la mañana siguiente, rellenamos la batería. A la vez, en esa mañana del día siguiente, extraemos el electrolito gastado para que se regenere durante la nueva jornada. Naturalmente la opción solar casera exigiría una casa aislada con suficiente superficie orientada al sol.
¿Se terminará imponiendo un impuesto sobre la luz del sol, sobre el litio, sobre los electrolitos o las células fotovoltaicas? Todo dependerá de la opción que finalmente triunfe.

ARTÍCULO EXPUESTO POR ANTONIO CALZADO: "Vena Impresa"


VENA IMPRESA

Un grupo de científicos, rodeados de informáticos y médicos, han desarrollado la primera vena impresa de la historia.
Gracias a la tecnología 3d, como la que hay en los cines, han desarrollado una impresora que crea las venas en 3d, por capas que se van colocando de manera uniforme y dependiendo de la forma que queramos hacer. Se realiza con un ordenador conectado a una impresora. En el ordenador se diseña el objeto que queremos crear mediante programas de diseño tipo PhotoShop o Corel, y éstos, cuando tenemos terminado nuestro objeto lo mandan a imprimir. Es un proceso lento, en hacerse 10 cm de vena se puede tardar unas 2 horas, pero no tenemos que esperar a que se muera una persona para poder transplantarlo.
La impresora funciona por cartuchos de biotinta, esencial en la medicina regenerativa, para que las células tengan el tamaño deseado.
Ya se está observando la posibilidad de crear órganos enteros, pero está bastante lejos aún de nuestro alcance.
Este descubrimiento ha sido una gran alegría para los científicos que trabajan con la Organovo Novogen que es el nombre de la susodicha impresora.